Recital Fin de Máster Música Española. Christian González Ruiz
Un viaje por la guitarra romántica española
La era de Julián Arcas —aproximadamente de 1850 hasta la aparición de Tárrega— ha sido percibida como un período de oscuridad o crisis en la historia del instrumento. Pero, aunque fue un período «seco» en términos compositivos en comparación con la época de Fernando Sor, la actividad guitarrística y el número de concertistas en España fueron, de hecho, mayores.
Julián Arcas (1832-1882) es reconocido como el guitarrista más importante de la segunda mitad del siglo XIX. Fue Arcas quien, impresionado por las guitarras de Antonio de Torres en Sevilla, impulsó a este luthier a especializarse en su fabricación. Esta colaboración resultó en una revolución en la anatomía del instrumento, diseñada para responder a las necesidades expresivas del Romanticismo. Este desarrollo del instrumento, a su vez, sentaría las bases para técnicas como el toque apoyado, fundamentales en la posterior escuela guitarrística española.
En este programa, interpretaremos la Fantasía sobre motivos de La Traviata, una de sus ocho transcripciones operísticas. Junto a ella, la Polaca Fantástica que, aunque es una obra original, muestra una clara influencia también operística.
El joven Francisco Tárrega escuchó a Arcas tocar en Castellón en 1863 y, a petición de su padre, tocó para él. Arcas, reconociendo su talento, invitó a Tárrega a estudiar con él en Barcelona. Esta interacción, aunque posiblemente breve, estableció una conexión formativa directa que influyó en el futuro maestro. Las guitarras de Antonio de Torres llegaron también a manos de Tárrega, y sus cualidades sonoras superiores lo inspiraron, tanto en su forma de tocar como en su visión del potencial compositivo del instrumento.
Entre sus contribuciones más significativas se hallan: la racionalización de la digitación en las obras para guitarra, que apenas se indicaba en las partituras anteriores; el perfeccionamiento del toque apoyado, técnica heredada de Arcas; cambios esenciales en la posición de la mano derecha, liberando el dedo meñique del diapasón y estableciendo una postura más libre perpendicular a las cuerdas; y la reintroducción sistemática del dedo anular, que llevó al perfeccionamiento de la técnica del trémolo. Si bien maestros anteriores también crearon transcripciones para guitarra, Tárrega se distinguió por la idiomaticidad de sus arreglos. Esto significa que logró que música concebida para otros instrumentos sonara como si hubiera sido compuesta específicamente para la guitarra.
El programa incluye su Capricho Árabe, una pieza que evoca la herencia árabe-andaluza. También interpretaremos dos de sus preludios: el n.º 1 y el n.º 5. Estos fueron compuestos como objeto para explorar ambientes, ideas musicales o texturas; el primero destaca por la fluidez de sus voces internas, mientras que el quinto se caracteriza por la posibilidad de una textura casi polifónica en toda la pieza.
Un aspecto definitorio en la evolución de la estética sonora de la escuela romántica española fue la elección de la técnica de pulsación. Si bien Julián Arcas ya empleaba la yema, Francisco Tárrega, a pesar de usar uñas en un inicio, adoptó el toque de yema hacia el final de su vida, especialmente después de 1902. Fue precisamente durante este periodo cuando Emilio Pujol recibió clases de Tárrega, heredando y consolidando esta preferencia. Esta línea pedagógica y estilística forjó un ideal sonoro: un timbre cálido, melódico, resonante, limpio y claro, que se convertiría en el sello distintivo de esta escuela
La «línea de sucesión» de esta escuela se consolidó a través de alumnos destacados de Tárrega, entre ellos Emilio Pujol Vilarrubí (1886-1980). Al ser estudiante de Tárrega entre 1900 y 1909, Pujol fue clave para la consolidación y difusión del legado de su maestro. Esta labor la llevó a cabo, en gran medida, a través de su Escuela Razonada de la Guitarra, un método didáctico en varios volúmenes que sistematizó los principios técnicos de Tárrega, dado que este no dejó nada escrito. Este se convirtió en uno de los materiales más utilizados desde mediados del siglo XX. Además de sistematizarlos, añadió métodos para la perfección. Mientras Tárrega introdujo la postura estándar del guitarrista, con la guitarra apoyada en el muslo izquierdo con la ayuda de un reposapiés.Pujol proporcionó instrucciones detalladas sobre la altura ideal del reposapiés y la adaptación del cuerpo para lograr una estabilidad perfecta y facilitar la firmeza de la pulsación.
Por eso en este programa no puede faltar su Homenaje a Tárrega. Al final de esta pieza Pujol introduce el tema principal del capricho árabe y evoca una despedida final haciendo alusión al sonido de las campanas.
La obra de Pujol se vio influenciada en parte por su matrimonio con la guitarrista Matilde Cuervas, lo que influyó en la incorporación de títulos y elementos de palos flamencos en sus composiciones. Esta apertura al folclore español encuentra un precedente en Julián Arcas, quien fue un pionero en la integración de elementos flamencos en sus propias obras. En este sentido, el programa incluye la Seguidilla y las Tres Piezas Españolas de Pujol —Tonadilla, Tango y Guajira—.