Música impresa, monografías y registros sonoros

En el primer Estatuto del Conservatorio, redactado en 1830 por su director Francesco Piermarini y publicado un año después, no sólo se contemplaba la existencia de una biblioteca para uso exclusivo del "establecimiento", sino que en su capítulo X se estipulaba que "de todas las piezas que se impriman en España, el editor o el autor han de entregar dos ejemplares a a esta biblioteca; y que debe reunir cuantas curiosidades pueda adquirir sin inútil profusión, pero con toda diligencia". Se dictaron las órdenes oportunas, pero a pesar del apoyo expreso de la reina fundadora y de las autoridades madrileñas, los resultados de esta medida recaudatoria debieron de ser muy modestos: contra toda evidencia, la mayor parte de los comerciantes y editores de la corte afirmaron cínicamente no haber hecho ediciones nuevas o, incluso, no dedicarse a esa actividad, según consta en la correspondencia conservada en el Archivo. Sin duda estas respuestas sólo se explican por la picaresca de los empresarios, que trataban de eludir las entregas.



La auténtica realidad es que la creación del Conservatorio en Madrid supuso un enorme aliciente a la producción de música impresa y al surgimiento de nuevos comercios de música en la corte (los de Hermoso, Mintegui, Carrafa, Lodre, etc.). De esos primeros años aparece en el Archivo una interesante documentación que testimonia, además, el intento fracasado de implantación de un taller de calcografía musical dentro del propio Centro: instancia del grabador Casimiro Monier proponiéndose como fundidor de planchas del Conservatorio (1831), orden firmada por el ministro Ballesteros en Junio de 1832 para la creación del taller, al que se asignaba una inversión de 90.000 reales, muestra de plancha de la grabadora Eugène Collet e instancias de los editores parisinos Marquerie Frères (1835). Parece, incluso, que el más importante editor musical de la época, el italiano Ricordi, albergó el proyecto de establecer una sucursal en Madrid, animado por el gran incremento de la demanda. Al final no lo hizo, pero consiguió un contrato muy sustancioso con el Conservatorio para el suministro de más de cuatrocientas óperas impresas y de algunos pianofortes.




No es de extrañar que la Biblioteca sea muy rica en música impresa del siglo XIX, especialmente de ediciones españolas, ya que fue receptora de fondos procedentes del Registro de Propiedad Intelectual, pero también hay un número muy importante de impresos extranjeros que evidencian el seguimiento de las corrientes europeas: primeras ediciones de grandes músicos del Romanticismo (Beethoven, Chopin, Schubert, Schumann, Liszt,etc.), gran representación de la música de Verdi y demás operistas italianos, primeras ediciones de Wagner, dos ejemplares de la obra completa de J.S. Bach editada en la segunda mitad del siglo XIX, miles de ediciones francesas adquiridas al comerciante Simon Richault, proveedor habitual desde 1844, centenares de bibliotecas donadas en la época, con abundancia de ediciones italianas, francesas, alemanas, por lo general encuadernadas en colecciones facticias, etc. En definitiva, resulta imposible hacer aquí ni siquiera un resumen aproximado de este fondo.



En lo que respecta a ediciones de época anterior hay que señalar la pobreza de la Biblioteca en impresos españoles, pero no así de impresos extranjeros de la segunda mitad del siglo XVIII y, sobre todo, la presencia de una espléndida colección de cincuenta y un libros impresos del siglo XVI, la llamada Colección de Uclés. Esta colección procede del monasterio de dicho nombre en la provincia de Cuenca e ingresó en el Conservatorio el 1 de mayo de 1873, en cumplimiento de una orden gubernamental de incautación de bienes eclesiásticos. Es sin duda la mayor colección de España de impresos de polifonía de la época, está constituida por ediciones francesas, italianas, flamencas y alemanas de motetes compuestos por polifonistas de la segunda mitad de siglo (Lasso, Monte, Clemens non Papa, Willaert, etc.) y encuadernado en pergamino, al estilo flamenco, con decoraciones de pan de oro. Nada se sabe sobre el primer propietario de la colección, pero parece que pudo ser un caballero de la Orden de Santiago (Uclés era la cabecera de dicha Orden) residente en los Países Bajos españoles durante el reinado de Felipe II.


El término "patrimonio" suele venir asociado al adjetivo de "histórico", pero desde un punto de vista técnico, el patrimonio artístico, bibliográfico y documental es un concepto también aplicable a colecciones modernas como las procedentes del Depósito Legal, que es la memoria viva de la edición española actual. Nuestra biblioteca se puede calificar como "biblioteca patrimonial" no sólo por depender de la administración pública y conservar fondos históricos, sino también por ser receptora del Depósito Legal de música escrita de la Comunidad de Madrid. Las colecciones modernas de partituras en el Conservatorio son muy importantes; incluyen, entre otros fondos, el Archivo de la Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles, una colección de música contemporánea con más de un millar de obras y denominada "Exposición Siglo XX", la colección llamada "Casa Americana", con cientos de partituras norteamericanas publicadas entre 1930 y 1970 y donadas por la Embajada de Estados Unidos, el llamado "Fondo francés", don donado por la Embajada de Francia y otras muchísimas colecciones integradas en el llamado "Fondo de préstamo", constituido por más de veinte mil partituras de menos de cincuenta años que constituyen la base del servicio de préstamo de la Biblioteca.



Pero no todo es música escrita, existe también en la Biblioteca una notable y actualizada colección de libros sobre música, además de cerca de un millar de títulos de publicaciones periódicas, muchas de ellas del siglo XIX, época de nacimiento de la prensa musical. Se trata de una colección en la que también procuramos estar actualizados, por lo que mantenemos cerca de un centenar de suscripciones vivas en edición papel. En cuanto a los fondos de Fonoteca, suponen alrededor de quince mil discos de vinilo, algo más de cinco mil discos compactos y unos trescientos vídeos y DVDs.


Huella muy intensa ha dejado en las colecciones del Conservatorio su estrecha relación con la Casa Real durante el siglo XIX y principios del XX, de la que quedan como testimonio las donaciones de la reina fundadora María Cristina de Borbón, las colecciones de ópera y música de salón de la Infanta Isabel Francisca de Borbón, más conocida como "La Chata" o "La Infanta castiza", por su gran vinculación con Madrid y los madrileños, las donaciones de la reina regente María Cristina de Habsburgo, con excelentes encuadernaciones, o la ya citada colección del rey Amadeo de Saboya. El Conservatorio fue motor en aquellos tiempos de iniciativas de gran trascendencia en la historia de la música española, como la creación de la Sociedad de Cuartetos (1863), la Sociedad de Conciertos, el Liceo Artístico y Literario, etc. Fueron proyectos muy interesantes surgidos en el seno de la institución, en momentos de gran actividad musical, y que seguían modelos experimentados en otros países. De todos ellos conservamos en nuestras colecciones música y documentación que quizás permitirían revitalizarlos en nuestros días, bien con planteamientos historicistas o como ideas que podrían desarrollarse con plena validez en un nuevo formato.